Un
siglo después, los últimos de Filipinas reciben su homenaje
Por primera vez,
España homenajea a nivel nacional a los hombres que sufrieron en 1899 el
sitio de Baler
El 10 de diciembre de
1898 se firmaba en París el tratado por el que España vendía a Estados
Unidos, por 20 millones de dólares, el archipiélago filipino. La antigua
metrópoli se daba así de bruces con el siglo XX, en el que EE UU
empezaba a mostrarse como la gran potencia mundial que es hoy en día. A
la hora de estampar esa firma, poco parecía importar que un pequeño
batallón de 52 militares españoles tratara todavía de mantener su
posición en el país asiático. Lo harían hasta el 2 de junio de 1899,
atrincherados en la iglesia de Baler, fecha en la que el líder filipino
Emilio Aguinaldo no sólo les perdonaba la vida, sino que reconocía
públicamente su valor.

Sólo 33 de aquellos hombres lograron regresar a España; y a su vuelta
nadie les recibió en su país como los héroes que más tarde han tratado
de forjar libros y películas algo alejados de la realidad.
Ha tenido que pasar más de un siglo para que España ensalce por primera
vez su memoria a nivel nacional. El Ministerio de Defensa les rinde
homenaje en un acto que se celebrará el próximo viernes 9 de septiembre
en Barcelona, en Casa Asia -dirigida por el embajador de Asia-Pacífico,
Ion de la Riva- con la presencia prevista del ministro José Bono, el
senador filipino Edgardo Angara y los alcaldes de los pueblos de los que
eran originarios los últimos de Filipinas. Los descendientes de aquellos
militares no han olvidado lo que sufrieron sus parientes y muchos de
ellos han tratado, generación tras generación, de mantener vivo el
recuerdo de aquella gesta.
'Estaba pendiente hacer este homenaje', dice Jesús Valbuena, biznieto
del cabo Jesús García Quijano, uno de los 33 supervivientes del sitio de
Baler. El tesón de Valbuena -que ha realizado un documental recordando
estos hechos y ha creado la página en internet
www.baleria.com para dejar
constancia de aquella historia- y de otros descendientes ha impulsado el
acto que finalmente reconoce algo más que la heroicidad de los soldados
españoles.
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El cabo Jesús García Quijano,
uno de os últimos de Filipinas |
Porque la historia de los últimos de Filipinas 'es un caso único en la
historia de reconocimiento a los vencidos y de supervivencia en
condiciones extremas', dice el descendiente de García Quijano. 'Con el
acto del día 9 tratamos de resucitar su memoria y despolitizar un hecho
que está en el recuerdo de españoles y filipinos', afirma. 'Fueron unos
hechos universales', dice Julián Gutiérrez, alcalde de Santibáñez de la
Peña (Palencia), de donde procedía el cabo García Quijano, 'será muy
bonito hermanar nuestra localidad con la filipina de Baler'. En el
pueblo del cabo que resistió al sitio de Baler una placa recuerda su
historia; otros pueblos españoles también han rendido homenajes a los
paisanos que vivieron aquellos hechos, pero nunca hasta ahora se les
había dedicado un homenaje nacional. Almonte (Huelva); Puebla de Don
Fadrique (Granada); Miajadas (Cáceres) o Mula (Murcia), son algunos de
los pueblos hermanados con Baler. En Filipinas el Gobierno de Gloria
Macapagal decretó en 2003 el 30 de junio como día de Amistad
Hispanofilipina.
Aquel medio centenar de militares españoles estuvieron encerrados
durante 11 meses en una pequeña iglesia situada en la aldea de Baler, a
232 kilómetros de Manila. De ellos, 19 fallecieron y fueron enterrados
en la iglesia -15 por enfermedad, dos por disparos enemigos y otros dos
fusilados-. El 1 de septiembre de 1899 desembarcaron en Barcelona los 33
supervivientes.
El 30 de junio de 1899 el presidente de la República de Filipinas,
Emilio Aguinaldo, había escrito: 'Habiéndose hecho acreedoras a la
admiración del mundo las fuerzas españolas que guarnecían el
destacamento de Baler, por el valor, constancia y heroísmo... Vengo a
disponer lo siguiente: Los individuos de que se componen las expresadas
fuerzas, no serán considerados como prisioneros, sino por el contrario,
como amigos'.
Las penurias y miserias siguieron
en el siglo XX |
A los 33 supervivientes de
Baler, muchos de ellos jóvenes campesinos, les aguardaban
penurias en España. En 1908 se concedió una pensión vitalicia de
60 pesetas mensuales transmisibles a los soldados o a los
familiares de los que hubieran muerto en la iglesia; los
oficiales ya habían sido distinguidos con una pensión, según
información de Jesús Valbuena. Cuatro años antes se había
concedido una pensión anual de 5.000 pesetas a la viuda del
comandante Enrique de las Morenas. De los 33 de Baler, sólo 13
sobrevivieron a la Guerra Civil. En 1945 vivían todavía ocho
soldados y Franco benefició a tres de ellos con el grado de
Teniente Honorario. El resto no había luchado durante la guerra
en el bando del dictador y no fueron reconocidos con el mismo
tratamiento que sus compañeros. Ahora se solicita la concesión
de la Medalla del Ejército colectiva, a título póstumo, a los 52
soldados que componían el Destacamento de Baler. |
Fuente: Cinco Días
04.09.05